miércoles, 3 de junio de 2009

Resistiendo el Dominio Español: La Guerra de Arauco

La implantación del dominio español sobre el continente americano se llevó a cabo mediante la violencia y las armas. La mayoría de los habitantes originarios de América debieron someterse al conquistador español por miedo a perder sus vidas y sus familias; no obstante, el actual territorio chileno no fue presa fácil para las huestes indianas, puesto que sus mujeres y hombres se resistieron a perder su libertad y a cambiar sus tradiciones, luchando por más doscientos años contra los dominadores peninsulares.


Los conquistadores españoles encontraron gran resistencia de la población local desde que se asentaron en la recién erigida Santiago del Nuevo Extremo; de hecho en 1541, año de su fundación, el toqui Michimalongo atacó e incendió la ciudad. Pedro de Valdivia, el primer gobernador de la Capitanía General de Chile, murió en 1553 como consecuencia de un levantamiento indígena encabezado por el toqui Lautaro. Luego de este incidente, García Hurtado de Mendoza asumió la Gobernación y logró pacificar momentáneamente el territorio al derrotar a caudillos mapuches como Galvarino y Caupolicán; a estos últimos se les practicaron terribles suplicios con el fin de amedrentar a los indígenas: a Galvarino se le amputaron sus brazos, y Caupolicán fue empalado. Poco duró, pues en 1598 el gobernador Martín Oñez de Loyola pereció en la batalla de Curalaba a manos del toqui Pelantaru, en donde además resultaron destruidas todas las ciudades al sur del Bío-Bío.


El desastre de Curalaba supuso un antes y un después en la resistencia indígena contra los españoles, situó en el río Bío-Bío una frontera entre el mundo español y el mundo mapuche. Por otra parte, modificó la forma de la guerra, pues obligó a la Corona española a financiar un ejército permanente ante la incapacidad para someter a los indígenas de los conquistadores.


Durante el siglo XVI la guerra tuvo un carácter privado, pues la Corona sólo aportaba recursos esporádicos con la intención de proteger la retaguardia (Estrecho de Magallanes) del continente. Sin embargo, el desastre de Curalaba sumado al miedo a corsarios ingleses y holandeses confirmó la necesidad de aumentar la capacidad defensiva de los españoles en Chile. Para ello el Virreinato del Perú comenzó a enviar anualmente fondos destinados a la mantención de un ejército profesional, conociéndose este aporte como Real Situado.


La existencia de un ejército regular derivó para los españoles en una nueva táctica de guerra; esta consistió en fortificar la línea fronteriza del Bío-Bío y avanzar progresivamente en territorio mapuche. Esta estrategia se denomino Guerra Ofensiva y fue impulsada por la Real Cédula de 1608, que en consideración de la poca mano de obra indígena existente para las actividades económicas, decretó la esclavitud para los indígenas capturados en guerra. Esta disposición generó todo un negocio en torno al comercio de indígenas, que concentró la actividad del ejército y tuvo su mayor desarrollo bajo el gobierno de Acuña y Cabrera, en la llamada Guerra Lucrativa.


No obstante, existieron otras estrategias para someter al pueblo mapuche al dominio español, y sobre todo a la religión católica. La Guerra Defensiva, impulsada por el padre Luis de Valdivia, intentó hacer desistir a los mapuches de la resistencia mediante el envío de misioneros a sus territorios. Sin embargo, la muerte de varios de ellos y la oposición del ejército inclinaron la balanza hacia la prosecución de la Guerra Lucrativa, que finalizó con una gran insurrección indígena en 1655.


Durante el siglo XVII, además, se intentó pacificar la zona mediante el sistema de los Parlamentos entre autoridades españolas e indígenas. En estas instancias ambos bandos adquirían compromisos tales como permitir la actividad de los misioneros o colaborar con los españoles en eventuales ataques ingleses, en el caso de los mapuches; los españoles, a cambio, reconocían la soberanía mapuche al sur del Bío-Bío. El primer Parlamento fue el de Quilín en 1641.


El avance logrado en los Parlamentos, sumado a que a finales del siglo XVII (1683) se abolió la esclavitud permitió un nuevo entendimiento entre españoles y mapuches, basado en el establecimiento de estrechas relaciones comerciales. De hecho, el siglo XVIII se caracterizó por la llegada de comerciantes a la frontera del Bío-Bío en reemplazo de los soldados y por la confirmación de la soberanía mapuche al sur del Bío-Bío.


Las Huestes Privadas


El conflicto entre españoles e indígenas se desató desde el primer momento en que los primeros pusieron pie sobre territorio chileno. Pedro de Valdivia y sus hombres en pleno viaje hacia el centro de Chile, sufrieron una sublevación de indígenas que quería retornar al Perú; y al poco tiempo de ser fundada la ciudad de Santiago, el cacique Michimalongo en septiembre de 1541 comandó un ataque sobre el precario campamento español que resultó saqueado y destruido.


En el proceso de expansión hacia el sur en busca de los lavaderos de oro, los conquistadores españoles enfrentaron la fuerte resistencia de los mapuches y se vieron en la necesidad de preparar sus defensas para resistir los embates indígenas. Así, durante la segunda mitad del siglo XVI la guerra adquirió un carácter cíclico y constante, ya que las campañas se desarrollaron entre fines de invierno hasta comienzos de otoño. Las fuerzas españolas se componían de los primeros conquistadores y eran financiadas enteramente por sus aportes personales; la principal característica de estos soldados, era ser los propios vecinos de las primeras ciudades fundadas en el territorio. A medida que los españoles se internaban hacia el sur, los enfrentamientos se hacían más frecuentes y el nivel de encarnizamiento también. En uno de ellos, acaecido en Tucapel en 1553, resultó muerto Pedro de Valdivia a manos del toqui Lautaro dando pie a una sublevación indígena que sólo se calmó con la irrupción de García Hurtado de Mendoza.


García Hurtado de Mendoza llegó a territorio chileno con un gran contingente militar que le permitió avanzar hacia el sur y pacificar momentáneamente a los sublevados. Sin embargo, en 1598 el toqui Pelantaru encabezó un nuevo levantamiento mapuche motivado por el rechazo a la encomienda y a los trabajos en los lavaderos de oro que terminó con la muerte del gobernador Martín Oñez de Loyola en el, para los españoles, desastre de Curalaba. Este hecho puso fin a la primera etapa de la Guerra de Arauco y estableció como frontera para el dominio español la ribera norte del río Bío-Bío, situación que hizo patente para la metrópoli la necesidad de contar con una defensa más poderosa y organizada en la entrada sur del continente americano.


El Ejército Profesional


El levantamiento mapuche concretado el 23 de diciembre de 1598 en Curalaba que acabó con la vida de 48 españoles (incluido el gobernador Oñez de Loyola) y dejó como saldo la destrucción de Valdivia, Villarrica, y el abandono de Arauco, La Imperial y Angol, significó para los españoles la pérdida de los lavaderos de oro ubicados al sur del Bío-Bío y un cambio en la estrategia de guerra. El fracaso de las huestes privadas para pacificar a los mapuches hizo temer a la Corona española por la seguridad de la retaguardia de sus dominios americanos y la obligó a financiar un ejército profesional mediante el “real situado”. Este aporte de la metrópoli evidenció la falta de recursos con que contaban los conquistadores españoles en el actual territorio chileno durante gran parte del siglo XVI.


La nueva táctica de guerra empleada por el ejército regular comandado por Alonso de Ribera consistió en fortificar la línea fronteriza que se estableció en el río Bío-Bío y en avanzar progresivamente hacia el sur a través de las llamadas “campañas”; este plan se conoció como “Guerra Ofensiva” y recibió un fuerte espaldarazo con la Cédula de 1608 que decretaba la esclavitud para los mapuches capturados en acciones bélicas. Aquella disposición generó un activo comercio de esclavos por parte de los soldados españoles aumentando la belicosidad en la zona, tanto así que en 1655 nuevamente un levantamiento indígena provocó un descalabro en las filas españolas. Este movimiento de insurrección por parte de los mapuches, fue motivado por los flagrantes atropellos que sufrieron durante las campañas para capturar esclavos, las que formaron parte de la llamada “Guerra Lucrativa” y fueron comandadas por el gobernador Antonio de Acuña y Cabrera. El cabildo de Concepción, que debido a la situación de guerra se había convertido en una especie de gobierno interino, al comprobar la participación de soldados y familiares de Acuña y Cabrera en el negocio de esclavos, sumado a la ineficiente gestión de este último para contener el levantamiento mapuche de 1655, le obligó a presentar la renuncia a su cargo.


Ante el fracaso de la Guerra Ofensiva contra los mapuches, nuevas estrategias para pacificar la Araucanía se pusieron en práctica: los Parlamentos.


Los Parlamentos


Una nueva estrategia adoptada por los españoles para hacer frente al conflicto de Arauco durante el siglo XVII fueron los Parlamentos, los que consistían en reuniones entre las máximas autoridades españolas y los principales líderes mapuches para lograr acuerdos que permitieran la convivencia en paz; esta iniciativa fue impulsada por el Marqués de Baides en 1641 e implicaba la aceptación de la soberanía mapuche más al sur del Bío-Bío.


En los Parlamentos ambos bandos adquirían una serie de compromisos; los españoles reconocían la influencia mapuche al sur del Bío-Bío y; por otro lado, los mapuches aceptaban el ingreso a sus territorios de misioneros cristianos y aseguraban su apoyo militar frente a algún ataque inglés o francés.


El primer Parlamento se realizó el 6 de enero de 1641 a las orillas del río Quilín y contó con la asistencia del gobernador Francisco López de Zúñiga y de los caciques Lincopichón, Butapichón, y Tinaquepo entre otros. En esta instancia se acordó reconocer la frontera del Bío-Bío y además los españoles se comprometieron a acabar con la servidumbre y la esclavitud de los mapuches; estos por su parte, aceptaban la entrada de los misioneros para evangelizarlos, entregaban a varios prisioneros españoles y establecían relaciones con los españoles de la frontera de guerra. Esto último determinó el florecimiento de un nuevo entendimiento en las riberas del Bío-Bío, basado en el comercio y pronto los comerciantes españoles se fueron sumando a los soldados profesionales.


Durante los primeros años del siglo XVIII existió una paz relativa entre españoles y mapuches; sin embargo, un incidente ocurrido en 1723 acabó con esta situación y las escaramuzas se reactivaron. Para restablecer la tranquilidad en la Araucanía, el gobernador Gabriel Cano de Aponte convocó en 1726 a un Parlamento en Negrete; a este asistieron 118 caciques que junto al gobernador acordaron fijar ferias trimestrales y permitir la llegada de nuevos misioneros. Luego de este Parlamento, hubo paz por 33 años en los que pareció que la Corona había renunciado a someter a la Araucanía.



11 comentarios:

  1. esta super bueno
    oiega me puede mandar
    lo qe va a entrar
    en la prueba de mañana
    xfa soi la alondra
    pero pa oi dia sip xfa
    komo a las xfa ojala sea antes
    de las 9:00
    xfi iia shauu

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  2. Alondra,
    eres muy distraída...este es un contenido de los 2dos Medios...

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  3. no sale na de "lautaro y el 1ªlevantamiento indigena"
    :(

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  4. Muchas gracias por la información. Me será de mucha ayuda para la clase de Historia.

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  5. linda imformacion pero le falta
    -causas del levantamiento
    -dearrollo de la lucha
    -reaccion de las autoridades españolas
    -forma de gobierno

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  6. estupido no hay nada de lo que estoy buscando

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  7. me equivoque perdon por llamarte asi era a un amigo

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  8. facebook: Ori Britos :)

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